La vida se empecina con pegarme cachetadas, una tras otra, pero aquí estoy, defendiéndome como gata de espalda. Le digo con rabia: "Te estas portando muy mal conmigo", mientras trato de darle con fuerza una bofetada. Por primera vez veo que adopta la figura de un humano, no sabría decir si es hombre o mujer; por que no tiene rasgos, sólo posee un alma, que se supone que es la mía, pero que se transfigura en esa masa indeterminada. Sigo peleando con ella (o él), y le digo que ya no lo tengo miedo, que sus zarpazos ni siquiera han traspasado mi piel. Veo que se enoja aun mas; mientras me rió con un delicado cinismo; con ese mismo cinismo que tengo que demostrar cada vez que me dicen una palabra de falsa crianza. Le muestro que ya no soy esa mujer medusa que fui durante mucho tiempo: la que en el mar mostraba una imagen hermosa, pero que cuando salia a la superficie era un ser gelatinoso y desagradable. Un par de palabras mas y me dice un "Me rindo" que no me convence.
Habitualmente sólo se comen el cuerpo, pero esta vez, yo me quedo con la cabeza.