Corría el 2004, con la
frustración a cuestas de no poder entrar a la universidad el año anterior, no
por un tema académico, sino monetario, ya que no contaba con los recursos para
poder matricularme en Ing. Comercial, en una universidad fuera de Santiago, dónde
había quedado de las primeras en la lista. No tenía trabajo, y era bastante la
desesperación por hacer algo; con 19 años, sentía que la vida pasaba demasiado
rápido.
Un día, una amiga me comentó que
había conocido a un tipo que le comento que trabajaba en una parte donde
estaban viendo becas para jóvenes con buenas notas. La idea me pareció
interesante, hasta que me comenzó a explicar dónde estaba metido el lolo, eso
sí, me advirtió que lo que iba a escuchar no me iba a gustar: F U N D A C I O N P I N O C H E T.
Tal cual
Mi amiga me dijo al final, vamos
a ver qué onda allí, en una de esas te sirve; en esos momentos era el instante
para decir que no, pero accedí, a regañadientes. Nos citaron a una reunión en
una oficina del centro, junto como con 10 personas más, donde nos comienzan a
explicar de qué se trata la fundación, sus aportes a la sociedad y un montón de
información challa, antes de entrar de lleno a contarnos sobre las becas, los
requisitos y las condiciones para los seleccionados.
¿Condiciones?
De alguna forma, el obtener la
famosa beca te amarraba a pertenecer a la Fundación por un periodo de tiempo
que ahora no recuerdo, y participar de las actividades sociales promocionando
su nombre; mi cara de C O N C H E T U M A R E debió ser de proporciones épicas.
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Ah, aquí
no discriminamos por inclinación política
Uf. Tremendo alivio (¿?)
Nos dieron un listado de papeles
que recopilar y a las universidades donde se podría postular con la beca
ganada: sólo universidades de la cota mil, y la famosa beca abarcaba apenas un
pequeño porcentaje del arancel. Aun así, mi amiga quiso seguir con el tema, e
ir a dejar los papeles.. A LA SEDE DE LA FUNDACION, si, aquella casa museo de
la calle O’Brien en Vitacura.
Antes de eso, yo había estado
buscando trabajo, y me había salido mi primera pega como promotora, pero el día
en que tenía que ir a la inducción, fuimos a dejar los famosos papeles a la
sede de la fundación; después de un viaje de más de dos horas, llegamos: una
casa gigantesca, con muebles antiquísimos, oficinas blindadas, por si llegaban
a darles una sorpresa, y una biblioteca ídem, en donde estaba el cuadro
gigantesco de Bernardo O´Higgins, entre otros adminículos.
Tuvimos la (mala) cueva de que
ese día, era el cumpleaños del tata.
25 de Noviembre de 2004
Fuimos testigos de lo que vi
alguna vez en la tele: las señoras con fotos, cual devota con su santo, gritando
“viva shile pinoshe”, acarreadas en buses para llevarlas a la casa del dictador
en Lo Curro. Creo haber preguntado si siempre había sido así eso, y alguien me
dijo que sí; conocí a Cortes Villa, que se veía una persona bastante afable. Le
entregue mis papeles a la señora que estaba en la recepción, que tenía cara de
pocos amigos, y me fui. Al día siguiente comencé a trabajar, y me prometí no volver
a hablar ni a acordarme de haber pasado por allí; le dije a mi amiga que no
seguiría con el tema de la beca porque ya había llegado demasiado lejos
entrando allí, y que mis convicciones estaban por delante.
Mi amiga también perdió el
contacto con el lolo que nos llevó, quizá, a una de las experiencias más
extrañas que me han pasado.
Ahora se entiende por qué molesto
tanto a los fachos. Aprendí a conocerlos desde adentro.
Aprendió a conocer a los fachos por un día en que estuvo en la Fundación Pinochet? Me gustó el relato pero el remate final no.
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