Disclaimer:
Esto no es una caricaturización, fue una historia real (pasa en la vida, pasa en TNT ¯\_(ツ)_/¯)
2008
Era una lolita de 22 años que estaba pasando por los alocados años de universidad, omitiré el nombre por dignidad (aunque si averiguan un poco más en mi TL de Twitter van a saber dónde estudié); sentimentalmente hablando mi vida estaba pasando por aguas turbulentas, y es aquí donde aparece el personaje protagonista de la historia, del cual mantendré su nombre en reserva, también por dignidad. Lo conocí de la forma más psycho que tienen las personas para abordar a otra: siguiéndote; fue dentro de la universidad, la cual al no pedir identificación de acceso, dejaba que cualquier personaje entrara a sus facultades libremente; tiendo siempre a caminar con audífonos, por lo que no sentí que estaba caminado detrás mío, hasta que me agarraron del brazo; lo natural es asustarse, y ojalá golpear con lo primero que se tenga a mando, no alcancé cuando me dijo “no quiero asustarte, pero te vi y no pude evitar saber cómo te llamabas”. Quedé Plop, y con mi habitual simpatía le contesté “¿Qué quieres?”; me contestó que conocerme, le dije que debía hacer unos trámites a las oficinas de la facultad, y me dice “¿te puedo acompañar?”. Ahí comenzaron los cuatro meses más extraños de mi vida, de esos en los que miras al cielo y preguntas si Jebus te cruza la gente con pinzas, pero de esas eléctricas.
Era metalero, de la “vieja escuela”, desgraciadamente se tomaba muy a pecho esto: su pelo era un nido de pájaros, donde no se peinaba, daba la impresión de que no bañaba mucho y que se colocaba la ropa con vaselina. Ahí partimos mal, pero aún no llegaba lo peor, así y todo seguí con el cortejo (?); conocí su casa, una derruida vivienda de adobe del sector norte de Santiago, al que él lo llama “su palacio”, y del cual quería que yo fuera “su princesa”, y es aquí donde yo debí dar media vuelta y arrancar, pero los caminos del señor son misteriosos, me quedé allí: Revistas Playboy del ´70 (valían la pena por el contenido), Vinilos, sillones antiquísimos, y… dagas con esvásticas colgadas en la pared, un retrato muy extraño, y una foto de Pinochet. DONDE MIERDA ME VINE A METER!, gritaba mi yo interno, tratando de persuadirme para que tomara el cohete más próximo y volar; resulta que mi compadre, prospecto de pololo, era metalero, derechista a morir y RACISTA. Me saqué el premiado.
Para que la cosa funcionara, lo primero que se hizo fue vetar cualquier comentario político, pero a mi tío le costaba bastante mantener la boca cerrada, más si se trataba de gente extranjera, un par de veces me hizo pasar vergüenzas; también era bastante intolerante con chicos que escuchaban bandas “mainstream” del metal (como olvidar al pobre cabro que le gustaba Children Of Bodom), pero volvamos a su faceta ideológica: Fanático del Norwegian Black Metal, el cual, -sin entrar en mayores detalles, porque sería dar la lata-, es conocido por ser un movimiento hermético, antirreligioso, cuyos miembros quemaban iglesias, y han sido participes de hechos delictuales; según mi prospecto de pololo, cualquier persona que no seguía esta tendencia era un “posser” (termino muy manoseado); amaba a Hitler, tenía una copia del libro Mein Kampf, mantenía guardada una pistola, las conversaciones con sus amigos eran sobre la raza aria, los machos cabríos y que se sentían anticristianos. Todo muy sano.
El detalle más perturbador era el retrato que estaba colgando del living, que yo, muy weona por lo demás, no me percaté de quién era la persona que aparecía allí, hasta que se me ocurrió preguntar, volví a quedar plop: ERA ÉL, vestido con un uniforme de la SS, que le arrendó por un día a una persona que coleccionaba estos adminículos, sólo para sacarse esa foto. Locura total. Mis compañeros de universidad lo llamaban Nazi Loco. Un verdadero desastre todo. Menos mal que sólo duro cuatro meses.
No entraré en detalles sobre otros aspectos de mi historia amorosa con él. Lo último que supe de su existencia, fue por un trolleo que le hicieron en una publicación de Facebook donde alumbraba que usaba bototos Martens.
Esto no es una caricaturización, fue una historia real (pasa en la vida, pasa en TNT ¯\_(ツ)_/¯)
2008
Era una lolita de 22 años que estaba pasando por los alocados años de universidad, omitiré el nombre por dignidad (aunque si averiguan un poco más en mi TL de Twitter van a saber dónde estudié); sentimentalmente hablando mi vida estaba pasando por aguas turbulentas, y es aquí donde aparece el personaje protagonista de la historia, del cual mantendré su nombre en reserva, también por dignidad. Lo conocí de la forma más psycho que tienen las personas para abordar a otra: siguiéndote; fue dentro de la universidad, la cual al no pedir identificación de acceso, dejaba que cualquier personaje entrara a sus facultades libremente; tiendo siempre a caminar con audífonos, por lo que no sentí que estaba caminado detrás mío, hasta que me agarraron del brazo; lo natural es asustarse, y ojalá golpear con lo primero que se tenga a mando, no alcancé cuando me dijo “no quiero asustarte, pero te vi y no pude evitar saber cómo te llamabas”. Quedé Plop, y con mi habitual simpatía le contesté “¿Qué quieres?”; me contestó que conocerme, le dije que debía hacer unos trámites a las oficinas de la facultad, y me dice “¿te puedo acompañar?”. Ahí comenzaron los cuatro meses más extraños de mi vida, de esos en los que miras al cielo y preguntas si Jebus te cruza la gente con pinzas, pero de esas eléctricas.
Era metalero, de la “vieja escuela”, desgraciadamente se tomaba muy a pecho esto: su pelo era un nido de pájaros, donde no se peinaba, daba la impresión de que no bañaba mucho y que se colocaba la ropa con vaselina. Ahí partimos mal, pero aún no llegaba lo peor, así y todo seguí con el cortejo (?); conocí su casa, una derruida vivienda de adobe del sector norte de Santiago, al que él lo llama “su palacio”, y del cual quería que yo fuera “su princesa”, y es aquí donde yo debí dar media vuelta y arrancar, pero los caminos del señor son misteriosos, me quedé allí: Revistas Playboy del ´70 (valían la pena por el contenido), Vinilos, sillones antiquísimos, y… dagas con esvásticas colgadas en la pared, un retrato muy extraño, y una foto de Pinochet. DONDE MIERDA ME VINE A METER!, gritaba mi yo interno, tratando de persuadirme para que tomara el cohete más próximo y volar; resulta que mi compadre, prospecto de pololo, era metalero, derechista a morir y RACISTA. Me saqué el premiado.
Para que la cosa funcionara, lo primero que se hizo fue vetar cualquier comentario político, pero a mi tío le costaba bastante mantener la boca cerrada, más si se trataba de gente extranjera, un par de veces me hizo pasar vergüenzas; también era bastante intolerante con chicos que escuchaban bandas “mainstream” del metal (como olvidar al pobre cabro que le gustaba Children Of Bodom), pero volvamos a su faceta ideológica: Fanático del Norwegian Black Metal, el cual, -sin entrar en mayores detalles, porque sería dar la lata-, es conocido por ser un movimiento hermético, antirreligioso, cuyos miembros quemaban iglesias, y han sido participes de hechos delictuales; según mi prospecto de pololo, cualquier persona que no seguía esta tendencia era un “posser” (termino muy manoseado); amaba a Hitler, tenía una copia del libro Mein Kampf, mantenía guardada una pistola, las conversaciones con sus amigos eran sobre la raza aria, los machos cabríos y que se sentían anticristianos. Todo muy sano.
El detalle más perturbador era el retrato que estaba colgando del living, que yo, muy weona por lo demás, no me percaté de quién era la persona que aparecía allí, hasta que se me ocurrió preguntar, volví a quedar plop: ERA ÉL, vestido con un uniforme de la SS, que le arrendó por un día a una persona que coleccionaba estos adminículos, sólo para sacarse esa foto. Locura total. Mis compañeros de universidad lo llamaban Nazi Loco. Un verdadero desastre todo. Menos mal que sólo duro cuatro meses.
No entraré en detalles sobre otros aspectos de mi historia amorosa con él. Lo último que supe de su existencia, fue por un trolleo que le hicieron en una publicación de Facebook donde alumbraba que usaba bototos Martens.
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